El Servicio de Salud Nacional británico redactó a primeros de año un comunicado donde se posicionaba en el debate de la inclusión o no de los “cofres botín” o loot boxes en los videojuegos online. Lo tenía muy claro: son una forma de apuesta (por tanto, de juego de azar) que puede inducir a los menores a caer en la adicción en el juego o juego patológico (en 2018, EE UU y 15 países europeos ya habían firmado una carta donde denunciaban los riesgos y los asemejaban a las apuestas).
Sobre esto mismo ya también se había pronunciado la OMS en 2018, no sin polémica entre el sector, al incluir la adicción a los videojuegos y juegos de azar en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) como nuevo trastorno o enfermedad mental.
Pero, ¿qué son exactamente las cajas o “cofres botín”? Son unos productos que los usuarios pueden adquirir por medio de microtransacciones en alguna fase del videojuego. Estas “cajas”, dependiendo del videojuego, pueden contener una gran variedad de elementos o recompensas, desde el jugador de fútbol del equipo deseado (en el caso del FIFA), la skin más legendaria para tu héroe (en Fortnite Save the World) o el arma que necesitas para derrotar a tus adversarios (World of Warcraft).
Lo común y característico de todos los “cofres botín” es que su contenido es aleatorio, nunca sabes lo que te va a tocar, y ahí es donde está el peligro: entra en juego el azar.
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