La sociedad está consternada por el suicidio de una mujer en Madrid tras la difusión de un vídeo sexual, sí. El pasado martes día 28 leíamos cómo muchos profesionales vertían lágrimas silenciosas de impotencia en las redes. Personas como Ángel Pablo Avilés, guardia civil del Grupo de Delitos Telemáticos, que lleva años dedicando horas en colegios, institutos e instituciones a la formación de familias en la prevención de riesgos en la red.
Al igual que cientos de agentes tutores de Guardia Civil y Policía, gritaba su frustración a modo de tuit sobre la incoherencia de la repentina alarma social en todos los medios por las consecuencias del sexting.
El ahora tan de moda “contenido efímero” les da esa falsa sensación de libertad que no hace más que agravar los riesgos. Snapchat, WhatsApp, DMs (mensajes directos) en Instagram… para ellos todo vale como canal.
Por eso, cuando vemos lo que una persona, todo un grupo de personas, toda una sociedad, ha sido capaz de hacer con la mujer de San Fernando de Henares (Madrid), ahora nos toca reflexionar: ¿cómo un o una adolescente podría enfrentarse a algo así?
Como muy bien explica la periodista María Zabala, por mucho que eduquemos sobre tecnología, sobre riesgos, sobre herramientas, realmente la labor más importante como padres es inculcar valores y ser ejemplo para que nuestros hijos se conviertan, ante todo, en buenas personas, prudentes, respetuosas y empáticas.
Debemos prevenir, educar sobre los riesgos pero, sobre todo, educar sobre las emociones, sobre el respeto, sobre los derechos y los deberes de las personas.
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